En el año 1900 nacía Bras del Port en Santa Pola. Manuel González-Carbajal y Pire, fundador de la empresa, llegó desde Avilés (Asturias) y adquirió una finca con la finalidad de dedicarse a la producción de sal marina natural. Más de un siglo después, Bras del Port se ha convertido en una empresa innovadora y reconocida en el sector de la sal marina y la gastronomía. Además, estamos orgullosos de poder contribuir a la conservación del Parque Natural de las Salinas de Santa Pola, un entorno natural rico en biodiversidad y fruto de la actividad saliera. En este post queremos acercarte un poco más al mundo de la sal marina.
¿Cómo se produce la sal marina?
La sal marina se forma como resultado de un proceso de evaporación de agua de mar en lagunas de gran extensión y poca profundidad. Esta evaporación se ve favorecida por dos acciones. Primero el sol calienta el agua, convirtiéndola de su estado líquido a vapor, y después el viento retira el vapor de agua que se eleva sobre las lagunas.
La evaporación del agua favorece el aumento de las sales en suspensión de las lagunas y, gracias a que los diferentes componentes del agua del mar van precipitando en diferentes concentraciones, conseguimos separar el cloruro sódico, que es el que nos interesa. Por eso, no todas las lagunas de unas salinas marina son productoras de sal.
En las lagunas donde se forma la sal marina, ésta empieza a cristalizarse en la superficie del agua, pasando a depositarse en el fondo. Conforme se va acumulando, se va formando una dura capa que será recolectada durante la cosecha de la sal. En Bras del Port suele hacerse durante el mes de agosto y septiembre.
De este modo, las principales fuentes para producir la sal marina son dos:
- El agua del mar, que actúa como materia prima.
- El sol y el viento, que permiten la evaporación del agua para su posterior conversión en sal.
Gracias a ello, obtenemos como resultado un proceso productivo sencillo, ecológico y sostenible en las salinas marítimas. Además, la producción salinera también contribuye a la conservación de todo el ecosistema en una perfecto tándem entre industria y naturaleza.
La sal marina y su ecosistema: una belleza inimitable
Los paisajes salineros nos regalan cada año una preciosa gama de tonos que dibujan una pequeña obra de arte en el paisaje de Santa Pola. Estos colores tan peculiares del agua se producen gracias a los microorganismos extremófilos (bacterias, arqueas y algas capaces de sobrevivir en ambientes extremos), que tiñen las lagunas con altas concentraciones de sal de su característico color rosado.
La razón es que estos pequeños seres poseen un pigmento (carotenoide) con el que obtienen la energía que necesitan para vivir. Su papel es clave en la producción de sal ya que, el aumento de la coloración de las lagunas provoca un aumento de la temperatura del agua por encima de la temperatura ambiente. En consecuencia, favorece la evaporación e incrementa la productividad de las salinas. No obstante, cabe destacar que estos microorganismos desaparecen cuando el agua alcanza ciertos niveles de salinidad.
Por otro lado, estos diminutos seres vivos también ayudan a que las salinas estén llenas de vida porque son la base alimenticia de los invertebrados que habitan en las lagunas, como el crustáceo conocido como Artemia salina. A su vez, estas especies forman parte de la dieta de numerosas aves y peces que coexisten en los humedales salinos, formando así una gran cadena trófica. Además, la localización geográfica de la mayoría de salinas coincide con rutas migratorias de aves, jugando un papel clave en la preservación de la biodiversidad. Se produce así una maravillosa simbiosis industria-naturaleza donde la una sin la otra no podría existir.